quinta-feira, 28 de janeiro de 2010


Estoy en el autobús a Majadahonda, trayecto que sufro con indignación corporal. No me gusta, me aliena, y debería encontrar el por qué de tan tremendo rechazo ... Supongo que son las vueltas ignominiosas que da por toda la zona, tragándose la totalidad de Pozuelo y haciéndome perder el tiempo con lo que parecen cientos de urbanizaciones y rotondas. El ruido del motor de gasóleo, sus constantes empellones que propulsan mi estómago hacia mis costados, en zig zag, apretándome el abdomen hacia arriba, son un tormento para mi cuerpo, y probablemente no podré salir de ésta airosamente.

Esta mañana he tardado casi una hora y media en publicar una pequeña entrada en el blog porque el Jornada no daba de sí con rapidez en internet. Ya tengo clara la sistemática para no dormirme entre carga de página y reseteos.

Hoy me he levantado con I.B. y he desayunado con ella en medio de su usual rapidez y urgencias matutinas. Por mi lado he estado muy contenta de estar con ella aquellos escasos 55 minutos, y despertarme pronto sin demasiado sueño, gracias a la siestecita que me tomé a las 7:30PM de ayer. Me viene muy bien dormirme un poco antes de cansarme demasiado por la noche. Voy a intentar crear un hábito cuando sospeche que a partir de las 8PM lo único que voy a querer va a ser esperar el momento glorioso de dormirme. Supongo que cuando estoy tan derrotada hay algo en mi organismo que no da más de sí, y el dormir un poco me estimula o tal vez hace creer al cuerpo que de alguna forma ha empezado un nuevo despertar. No creo que sea normal el tener tanto sueño por las tardes, me recuerda a los tiempos del instituto, cuando después de comer, cuando oscurecía a las cuatro me pegaba las siestas del marajá.

Por ahora sobrevivo el trayecto; supongo que en el fondo me estoy mareando, y estoy alerta al más mínimo movimiento del autobús cuando se zampa una curva para que mi Jornada no se vuelque. No me importa escribir cosas insustanciales, tan sólo quiero sentir que paso el tiempo entre letras.

Tengo calor con el plumas, me voy a quitar la bufanda. Creo que mis muñecas se resienten ligeramente por la posición constreñida de los brazos y la tensión que hago con la bolsa para crear la ilusión de una conjunción anatómica, pero es mejor que luchar contra el embriagador olor a gases de gasóleo que se filtra por el aire acondicionado.

El paisaje es anodino: carretera, dongs del timbre de parada, curvas de una tonelada de peso. Es el típico viaje que no ilusiona, que aburre, que te haría aficionada a la radio si se pudiera sintonizar, siempre y cuando seas tú quien lo haga y no tu conductor.

Me gustaría poder escribir algo machadiano sobre Somosaguas, Pozuelo, Majadahonda o Las Rozas, pero sólo se me ocurre mencionar lo bien que me sentarían unas patatas del McDonalds ahora mismo en Mc Car. Me bajarían el bolo abdominal y crearían la somnolencia de sentidos perfecta para olvidarme del trayecto y de este eléctrico dolor de cabeza.

Tengo que preparar un taller sobre creatividad que voy a dar en febrero. Estamos a quince días y debo ponerme las pilas. No hay nada mejor para hacerlo que explorar el origen de mi propia. creatividad. Cómo surge, cómo estimularla, cómo encontrar sus claves y conservarlas en su estuche para siempre.

Desde que empecé a escribir este blog en mayo del 2008 he sido bastante consciente de sus andaduras y retos, de mis oleadas de improvisación, de mi búsqueda por la palabra concreta o metafórica, de mis símbolos, de mis repeticiones en esencia y mis obsesiones concéntricas. He sobrevivido al rechazo que me suponían mis propias y aburridas declaraciones de principios, y he registrado fielmente lo que se me pasaba por la cabeza como estrategia de búsqueda de la libertad y el desarrolo personal. George Steiner me dio las claves: nunca te sientas culpable de tu percibida mediocridad de lo que creas, porque es donde te encuentras en este momento y has de respetarlo.

La velocidad a la que asciende este dolor de cabeza y las náuseas que me produce este autobús me obligan a parar por ahora. No podría ser sereno ni hacer las rondas, I'm afraid.

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