quarta-feira, 27 de janeiro de 2010

Paralelismos


Al escribir es tan importante el sitio, el momento, como el mero acto de hacerlo. Tengo sólo unos minutos esta mañana antes de ponerme en movimiento; en realidad el día acaba de empezar. Las primeras impresiones no están formadas todavía para plasmarlas en palabras porque la costumbre de plasmarme no la he gestionado bien en estos días.

Podría contarme muchas cosas, pero probablemente a nivel del subconsciente no estoy sintonizada con ese otro lado completamente libre de mi persona. He estado trasteando con mi Jornada, el pequeño ordenador, para poder escribir en cualquier lado, y la compulsión de escribir se ha convertido en algo casi utilitarista que ha perdido momentáneamente su expresividad.

Todo es más lento para su renovado arranque, al no encontrar la facilidad de hace unos días no he localizado el momento para dedicarme correctamente a escribir.

Le he dado vueltas y al final he llegado a la conclusión de que lo que quiero es simplemente aplicarme y no darle tanta importancia a la creatividad florida, sino al mero arte de digitalizar con las yemas de mis dedos esa realidad que para mí es más potente que las causalidades, las decisiones forzadas del día a día, la continuidad del pensamiento acorde a leyes ajenas, la constante comparación ilusoria entre las reglas transpirables de una ciudad poco iluminada sensorial y pensativamente como Madrid.

Mi prima canadiense-haitiana me comentó una vez que yo vivo una realidad paralela, y es cierto, claro. Pero no quiero obsesionarme con eso, es ridículo, hay que vivirla y ya está. Sumergirse en ella y no hacer estandarte, no rizarla contra los bordes del contacto con la realidad social, no pelotearse con lo formal, el vacío impersonal.

Aunque es en lo cotidiano de mi correlación y paralelismo con aquello que me rodea que probablemente me encuentro a mí misma, sin necesidad de esforzarme.

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