-¿Te sorprendió?, pregunto sin alarma como buen periodista, a mi nueva compañera de curro. Hace sólo una hora en la comida.
-¿Que si me sorprendí? -me devuelve la pregunta con su elevado tono mostoleño-. Flipé, tío, yo con 17 años, niña calladita de au pair en Londres, que encima me cruzo toda la ciudad para irnos a su casa.
-¿Pero, no te lo esperabas? Bueno, aunque es cierto que nunca se sabe ¿no? -comento ingenuo y a la vez con la pericia que uno ya tiene-. Porque claro -añado-, ni la nariz, ni las manos, ni los pies...
-No sé, pero cuando se puso el condón, y comprobé que aquello era ridículo, que le sobraba, que le queda holgado por todas partes... qué patético. Qué iba a hacer con aquello. Así que yo me fui a mi casa.
Conozco a esta chica desde hace una semana. ¿Por qué me cuenta estas cosas? Seguro que es porque le parezco un tío tan enrollado que, aún sabiendo mi profesión, quiere compartir conmigo esta íntima información. Esta desgracia por haberse comido un cacahuete.
Pobre chica, y no como mis amig@s, que siempre le tocan bien armados y dotados. ¿Me engañan? ¿Se engañan? o serán simplemente afortunad@s en polvos.
hola!
ResponderExcluiruy y ese último comentario? mmm
Dora, ven cuando quieras! eso sí, reservad pronto q si no sube mucho el precio!
sois muy bienvenidos!!!!
MUAAAKK