Início

quarta-feira, 5 de novembro de 2008

El fin de nada

Los protones eran insuficientes para contornear la atmósfera ardiente. Si lo hubiese sabido me hubiera rodeado de minúsculas partículas de lóbulos insaciables e inmanentes para frecuentar los recovecos del cielo atrincherado. Es todo mucho más simple que lo recordado; imprudentemente sencilo. Regatea hasta las apuestas más atrevidas. Quiere tener más de una justificación mutua, pero las explicaciones son hojas caducas que no persisten en la gota fría. Con desazón prendo mi voz a los ganchos del pasado pues he de recrearme en él para resurgir de mis cadenas de ceniza.

Alucinaciones dispersas en un ambiente soterrado y distendido de luces ardientes y magníficas. Es imposible retardar la muerte lunar y su resurgir simbólico. Para las personas que despuntan al alba el bizarrismo es profundo y esencial. Retumban y tiemblan las raíces juntas y apretadas, simiente primigenia de una inminente amistad. Adornos florales de papiroflexias urbanas envueltas en dudas prácticas y crecientes.

Olor a alcohol y cola de carpintería mezclada con almizcle y virutas de madera verde. Tribunas repartidas de horas puras e infrecuentes. Penumbras propias de la frescura convincente por la aurora y su gemido blanco e ininterrumpido. Todo en uno, perfiles plisados de seguridad y melancolía, por siempre frenados por el ímpetu lejano de los artificios y los semblantes pretéritos. Nada es igual a siempre.

Tu llamada es presunción poética y la espero con los nudillos apretados y amplia expectación. Hoy es un día con suerte. Vínculos aleatorios de ráfagas plegadas en el vacío se apresuran a transformar la marabunta de emociones y trasiegos y promesas perfumadas del destino. Las inveteradas lágrimas se conservan para siempre en flancos de hielo hiriente y fiel. Los inveterados años del otoño se extienden como el espliego circunstancial y la yerba fosforescente y alquitranada.

Esta vida normal insuperable por las inconsistencias brumosas alienta al estío a retirarse diez meses completos con sus respectivas semanas más las de la cuenta atrás. Imaginarios luminosos, rendidos a la energía lunar, repican asincopados con sus cubiertas visible. Miradores hacia ninguna parte, revoluciones sin profusidad. Precisos minaretes brillantes que quiero embellecer para disipar las pruebas de su antigua existencia.

No hay mayor cometido que precisar la información definida en caídas y el recuerdo de los bienes alejados. No respetar las prisiones mentales e individuales del retiro inaudible. Recoger al andar las reflexiones que rondan las esquinas y barren los faldones de los edificios recorriendo distancias alucinatorias y círculos equidistantes. Nadie es perfectamente reproducible pero hay ciertas actitudes propias que se sustentan en la primacía de la superioridad física y el desdoblamiento en animal. Tiranías premonitorias y el fin del fin.

Agonías tiranizantes que resemblan el cianuro diseminado que se cristaliza entre bastidores. Prismas retornados y vacilantes que suenan con frecuencias almidonadas. Improbabilidades mutuas que tienen poca resolución inmediata. Reciben la catarsis imaginaria del presente para tergiversar el aire hinchado y resplandeciente. Se olvidan las visicitudes impertinentes de los lazos que preteenden encadenarte.

No responden a la virtuosa recolección que se enzarza en su presencia. Aspiran a inhalarte con la lejanía y los atisbos de los sentimientos. Éstos, ahogados por la confusión, reaparecen y atisban los quicios de las puertas.

No saben transfiguarse ante la estulticia exultante y las misiones truncadas potenciando los genes de la transición viscosa. Son fuentes jubilosas que atan el mañana y lo retuercen hasta aminorar su fecundidad. El traslado es inevitable y se hace necesario ante la escasez de posibilidades.

Nenhum comentário:

Postar um comentário