
Los ojos rápidos y fieros separan el querer del no querer. Empiezan los momentos como si fueran reflejos de arena a punto de disgregarse. Es pronto pero siempre falta tiempo para continuar y emprender y repasar.
Son segundos suspendidos en la punta de alfileres en alto, como golondrinas de plata que se arriman a los luceros.
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